Blogia
katakrek

Brazil

Picanha

            Bueno, ya he llegado… La verdad es que no me ha dado mucho tiempo a visitar la ciudad. Del apartamento al coche, del coche a la oficina, luego a comer, a casa y a la cama. Espero aprovechar el puente para hacer turismo (no sé que celebran… el día del trabajo seguro que no,… será San Tanga si acaso).

            Hace un momento, planificando lo que queda de semana, me he dado cuenta que estaba contando mal los días que quedaban porque creía que hoy era martes. Como no estaba seguro de que día era, en vez de preguntar (soy así de cenutrio), he empezado a repasar lo que había comido esta semana. No os riáis. El domingo, nada más de llegar, a una pizzería… el lunes a la hora de comer… Restaurante Consulado. El mismo lunes, por la noche, Restaurante Toscaza. El martes al mediodía… Consulado otra vez… Ayer por la noche, Grasería nosequé… O sea, que hoy es miércoles por cojones.

            Os puede parecer curioso, pero, más de trabajar (que lo he hecho, y mucho), esta semana mis esfuerzos se están centrando por no morir de obesidad fulminante. Joder, es que me llevan a unos sitios que, los que me conocéis, sabéis que son mi ruina. Por el módico precio de 7 ecus, tienes barra libre de todo tipo de comidas, las cuales te las puedes ir a servir tú mismo. Pero lo grave no es ese punto… Es que cuando estás sentado, cada 27 segundos van pasando brasileiros con espadas a modo de pincho moruno donde llevan diferentes tipos de carne vacuna, y se paran para que, con unas graciosas pinzas, cojas el trozo de puta vaca que te están cortando… Y así hasta que TÚ dices basta…

            Cuando me vea mi novia de vuelta, con 40 kilos de más (de más de los que tengo ahora, o sea, con 70 kilos de más en total), creo que le soltaré algo parecido a lo que le dijo Homer a Marge, en aquel capítulo donde lleva a la ruina al departamento de Sanidad: “Era muy tentador Marge… Me dejaban firmar cheques con un sello… ¡Con un sello!”

            Por otro lado, constato algo que ya me habían adelantado. Los brasileiros son la gente más acogedora que he visto en mi puñetera vida. Son como si todos fueran tus abuelos, no sé si me explico… O aquel primo del pueblo que no veías desde hacía años… El otro día me quedé sin tabaco en un restaurante, y al preguntar si tenían, me dijeron que no, pero que ahora mismo me lo iban a buscar al restaurante de al lado… Lo malo es que me estoy acostumbrando a todo esto… y ya sabéis, más dura será la caída.

            Bueno, no os doy más la brasa, si es que lo leéis. Espero tener cosas más interesantes que explicar que decir que me estoy poniendo como un cerdo y que la gente me lame el culo por que sí.

            Eso sí, mamones, no veo a las tías buenas por ningún lado… ¿Las tendrá todas Ronaldinho debajo de los piños?