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katakrek

La ingeniería de lo absurdo

Brazil

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            Soy muy maniático. Me entran arrebatos temporales, manías que absorbo temporalmente, actos repetitivos que tal como empiezan, un buen día, pasan al cajón más profundo de mi mente. Y es que, últimamente, tengo una de esas manías, que lejos de hacerme ver las cosas más claras, me confunden más todavía, haciéndome más pequeño de lo que soy (o enrasándome cósmicamente, quilosá).

            Me voy a explicar. En ciertas ocasiones puntuales y randomizadas ( useasé, cuando a mi cerebro, que funciona sin mi permiso, se le antoja), realizando cualquier acción, me paro, observo mi alrededor, y hago balance. Me da por pensar ¿Todos los pasos que he dado en mi vida han desembocado en esto?... Y lo hago con todo. Tomando unas copas en un bar; Jugando a mi PSP; Reuniéndome con un cliente; Machacándomela en la ducha... Normalmente esto no es muy positivo, y el balance entálpico (¿?) entre la energía invertida y el resultado obtenido no es muy halagüeño. Y he dicho entálpico, siendo optimista, porque objetivamente amigos, debería llamarlo entrópico.

            Pero hay ocasiones, como buen español que soy, en que las expectativas se superan. Cuando creía que no podía estar más descompensado el tema, veo claramente que esa situación supera a todas las anteriores, y con diferencia. Eso sí, por debajo.

            Al tema. Estaba yo, en plenas facultades mentales (si es que eso es posible), ejerciendo mis funciones como Ingeniero Supervisor en la calibración de unos medidores de pH (¿peachímetros?) en cierta factoría catalana. Me acompañaba un colega irlandes, que era el que se iba a ensuciar. Él se ausentó en busca de unos guantes y unas gafas protectoras para proceder con sus trabajos. En ese momento me quedé solo en la planta de gestión de residuos líquidos de dicha fábrica. El primer momento crítico en mi viaje astral acaeció cuando mi sistema límbico sucumbió ante una escena tan truculenta que ni el mismo Terry Gilliam filmando una pesadilla de David Lynch dónde se le apareciera Dalí para abrirle las puertas del Purgatorio de Dante.

            En ese momento, mi ser captó todo el ruido, toda la imagen, todos los olores. Fue plenamente behavionista y omnisciente. Situado encima de una balsa de líquido pútrido y blanquecino, el cuál se movía rítmicamente gracias a unos motores que removían el fondo, quedé hipnotizado por el baile lactoso, que alcanzaba a ver gracias a que el suelo estaba hecho de un entramado de metal, con huecos del tamaño de una moneda de 2 ecus. Poco a poco, y gracias al atronador sonido de unos gigantescos pistones que machacaban algo insistentemente, pude alzar la cabeza y contemplar cómo un montón de tuberías se entrelazaban por el techo para ir a parar a una serie de depósitos, amarillentos, nicotinados, rezumando líquido viscoso y a la postre marrón. Un montón de latas de CocaCola avanzaban en linea de a cinco por una cinta transportadora, aún vírgenes, sin humor acuoso que osara profanarlas ni que les hiciera cosquillas por dentro. Ahora arrancaba un motor gigantesco, con su grotesco iuuuuuuuu, cual avión de la RyanAir. Ahora se activaba nosequé alarma (brong,brong,brong,... ad nauseam). Y mientras, a lo lejos, perteneciente a este mundo o al más allá, una antorcha gigantesca escupía fuego, haciéndome creer que el insoportable sudor que recorría toda mi cuerpo a chorros era la consecuencia directa de su refulgir.

            Fue entonces cuando la pregunta vino a mi mente. ¿Podía ser que toda mi vida hubiera desembocado en este momento, y no de forma casual? Me vi a mi mismo comiéndome un Bollycao en el patio, cuando cursaba 2º de EGB. Después estaba arreglándome para salir mi primer día de noche, a una discoteca. Esta imagen dio paso a otras igual de evocadoras. Ahora estaba dando mi primer beso. Ahora haciendo Selectividad. Conociendo a aquella persona detestable. Conduciendo mi Opel Corsa recién sacado el carné. Suspendiendo Cálculo Infinitesimal... Y no solo eso. Mi visión no se detuvo en ese punto. Atravesando las generaciones pude ver a mi padre pidiéndole matrimonio a mi madre. A mi abuelo barrenando una roca para despejar la vía. A mi bisabuelo, consumido por una pulmonía en una cárcel franquista... Y retrocedí, hasta que los peces se decidieron por dejar el mar atrás y caminar por tierra firme. Hasta que un gigantesco asteroide chocó con la Tierra y creó nuestro único satélite. Hasta aquel tiempo en que el Todo y la Nada habían sido lo mismo desde Siempre.

            En ese instante me rompí. Caí de rodillas. Mis mejillas ya no estaban mojadas por el sudor. Ahora las lágrimas eran lo único que pugnaban por resbalar hacia mi barbilla. Entonces, sacando fuerzas de flaqueza, alzando el puño derecho, crispado, rasgándome la camisa con la mano izquierda y golpeándome a la altura del corazón, lancé un grito, a compartir solo con mis metálicos y líquidos amigos: ¿¿¿¡¡¡PERO QUÉ COJONES ES ESTA PUÑETERA MIERDA!!!???

Brazil, where hearts were entertaining june,
we stood beneath an amber moon
and softly murmured "someday soon."
we kissed and clung together,
then, tomorrow was another day
the morning found me miles away
with still a million things to say;
now, when twilight dims the sky above
recalling thrills of our love,
there's one thing i'm certain of
return i will to old brazil.

Apretar el botón

Apretar el botón A veces, la humanidad, debido a la cantidad ingente de información que recibe (y más hoy en día), no recapacita sobre los pequeños pasos, cotidianos en muchos casos, sobre los que avanza su, nuestra raza. Impasibles, como plantas arraigadas, ven, y de muy de cuando en cuando escuchan el rumor del viento.
Este fin de semana, postrado delante de mi televisor, escuché una noticia. Una de esas noticias. En ese momento me di cuenta que la mayoría de gente que conozco, seguramente, no le estaría dando ni la menor importancia. Como máximo, pensé, estarán cagándose en Diós y el Santo Padre (ánimo pater), pero de ahí seguro que no pasó. Olvidaron al segundo la nueva, sólo sacándola a colación en días venideros, en alguna pausa para el café, para cagarse en alguna otra alma creadora. Pero yo no, recapacité (al menos con ésta). No sé por qué, la verdad. Quizá debido a que me estaba aburriendo como una ostra. Quizá por mi vocación de ingeniero. Quizá. Bueno... al tema. El noticiario enseñaba unas imágenes de un nuevo artilugio al que llamaban cibersoldado. Explicaban que estaba armado con fusiles de repetición, lanzagranadas, cámara por control remoto, dos pares de guías tipo tanque que le conferían libertad total,... y demás cosas que cualquier máquina de matar que se precie debería tener (solo le falta la mamá en Iowa).

De nombre SWORD. Ya me imagino al iluminado yanki que le puso nombre. Son el puto ombligo del mundo. Ya lo podrían haber llamado Hammer Of God, The Trust Of The Real World o The Scissors of the Children Of The Atom (Full Version).
A parte del nombre no me molestó la noticia. La verdad es que es un paso normal, dadas las circunstancias. Las bajas humanas no quedan bien en la prensa, son incómodas, a la gente les molesta durante dos o tres días. Inaceptable. El dinero en cambio, nunca se acaba (o eso parece). Así que se han invertido muchos millones de dólares y se ha parido esto. A mi entender, la gente que despotrica de este artilugio debería reflexionar un poco más. Ellos solo ven el vaso medio vacío. Yo veo las presas abiertas.
La gente se imagina (no nos engañemos, es la primera imagen), a un pobre diablo, seguro que árabe, cosido a balazos, cientos de ellos, mientras que la máquina no para de avanzar, con la misma luz en los ojos que Terminator, rojo sangre.

Pero hay que ir más allá. Yo me imagino guerras, cuando las haya, en las que no morirá nadie. Guerras en las que máquinas como esa jugarán una partida de ajedrez gigante, en la que los ganadores no harán prisioneros y los vencidos aceptarán la derrota. Ahora, recuerdo una saga de libros que leí en mi adolescencia, en la que proclamaba en cierto modo todo esto que estoy diciendo. Era la saga de La Espada de Joram, en la que en un mundo, al cuál habían escapado todos los magos de éste hace mucho tiempo, resolvían sus diferencias luchando de forma simulada.

Y pasaba exactamente eso, nadie moría, todos ganaban. Sin duda, no soy el único que ha pensado en esto. En la película Juegos de guerra,1983, en la que un joven hacker (encarnado por un jovencísimo Matthew Broderick), contacta con el servidor central del pentágono, el cuál simula un ataque nuclear a escala mundial a modo de juego. Al final, la máquina acaba jugando al tres en raya, aplicando todo su potencial en otro juego. Para ella el nivel de destrucción es el mismo.

Pero claro, todos me dirán (y con razón): Sí, sí, ya veo a Andorra comprando tantos robots como EEUU, para equilibrar, jijiji. Pues tiene razón. Antes de acontecer este cambio en la guerra se deberían equilibrar todas las economías del mundo. Ejem... Entonces... ¿que habría de pasar para entrar en combate unos con otros? ¿Qué disputas habría? ¿Bajo que yugo, si no es el de la muerte de muchas personas, avanzan las economías mundiales modernas? Pues la cosa está negra. Además, ¿no sería lógico que, ya que no va a morir nadie, hiciéramos todas estas guerras directamente por ordenador? Sí, hemos de rendirnos a la evidencia. Ésta nueva arma, resto de todas las paridas de la ingeniería, sólo sirve por ahora para matar a seres humanos. No hemos de olvidar que, detrás de la máquina sigue habiendo gente, que aprieta botones, que decide quien tiene que morir. En caso contrario, seguro que las máquinas, mucho más consecuentes que nosotros, en vez de seleccionar posibles objetivos, harían como el servidor de la película, y se irían a jugar a las canicas solas. O quizá, como en Terminator, verían que la raza humana es un peligro para ellas y nos masacrarían. También se podría dar el caso que pensaran que la única manera de proteger al ser humano sel ser humano ( el hombre es un lobo para el hombre) sería aniquilar la existencia de toda la humanidad. Muerto el perro se acabó la rabia.
Eso, siempre y cuando, la máquina fuera inteligente y autónoma. No cabe duda que en un sistema binario, dónde la ley del blanco o del negro es la preponderante, dónde las dicotomías, las paradojas no existen. Un circuito capaz de sentir sería más salomónico. No se dejaría llevar por falsos sentimientos de odio, rabia, parcialidad,... Sentimientos por los que se rige el ser humano. Mientras tanto, ésta criatura es como un fusil, una porra, que no se alerte nadie. No es diferente morir por este aparato que por un rifle de francotirador. Misma mierda, diferente nombre.
Es así. No echemos la culpa ni a la máquina ni al ingeniero. Siguen siendo los políticos y los militares los que avanzan por la senda del dolor. Y son humanos. Ojalá me escuche más gente, vean la vida como yo y jueguen más a la consola, que por lo menos, en mi mundo simulado, yo no mato a nadie.

En este punto debo reflexionar. No se si, como ingeniero aceptaría un trabajo así. Supongo que sí. Seguramente lo diseñaría. Me viene a la memoria un artículo leído en no se dónde (¿Patente de corso?) del ilústre Arturo Pérez Reverte. En él, se cagaba, literalmente en los ingenieros, que sentados en su silla, delante de su ordenador, diseñaban balas hijasdeputa (literal) que podían mantener un movimiento horizontal hasta el momento que impactaban contra el cuerpo, provocando así, además de un dolor inenarrable, un soldado herido, un lastre para sus compañeros. Decía que se los imaginaba llegando a sus casas, como si nada, como si su trabajo no fueran ellos, orgullosos de su cabronería. Pues para mí no sería así, pero seamos sinceros, tenemos que comer y siendo realistas, si no lo hace uno, lo hará el otro, y yo bajo un puente. Ya sé, es triste, pero no voy a ser yo quién os diga cómo funciona el mundo. Si a mí me exigís que no fabrique armas de guerra, vosotros deberíais reflexionar. Vosotros no deberíais utilizar nunca jamás (pues han sido creados a partir de o gracias a investigación militar) móviles, microondas, motos y coches, aviones, consolas, Internet, máquinas de café, aparatos de rayos x, toda la medicina moderna, duchas con masaje, drogas de síntesis, luces láser, coches tunning, televisión, radio, y un largo etcétera. Puestos a ser consecuentes, somos todos los que permitimos esto, somos todos los que apretamos el botón.