A veces, la humanidad, debido a la cantidad ingente de información que recibe (y más hoy en día), no recapacita sobre los pequeños pasos, cotidianos en muchos casos, sobre los que avanza su, nuestra raza. Impasibles, como plantas arraigadas, ven, y de muy de cuando en cuando escuchan el rumor del viento.
Este fin de semana, postrado delante de mi televisor, escuché una noticia. Una de esas noticias. En ese momento me di cuenta que la mayoría de gente que conozco, seguramente, no le estaría dando ni la menor importancia. Como máximo, pensé, estarán cagándose en Diós y el Santo Padre (ánimo pater), pero de ahí seguro que no pasó. Olvidaron al segundo la nueva, sólo sacándola a colación en días venideros, en alguna pausa para el café, para cagarse en alguna otra alma creadora. Pero yo no, recapacité (al menos con ésta). No sé por qué, la verdad. Quizá debido a que me estaba aburriendo como una ostra. Quizá por mi vocación de ingeniero. Quizá. Bueno... al tema. El noticiario enseñaba unas imágenes de un nuevo artilugio al que llamaban cibersoldado. Explicaban que estaba armado con fusiles de repetición, lanzagranadas, cámara por control remoto, dos pares de guías tipo tanque que le conferían libertad total,... y demás cosas que cualquier máquina de matar que se precie debería tener (solo le falta la mamá en Iowa).
De nombre SWORD. Ya me imagino al iluminado yanki que le puso nombre. Son el puto ombligo del mundo. Ya lo podrían haber llamado Hammer Of God, The Trust Of The Real World o The Scissors of the Children Of The Atom (Full Version).
A parte del nombre no me molestó la noticia. La verdad es que es un paso normal, dadas las circunstancias. Las bajas humanas no quedan bien en la prensa, son incómodas, a la gente les molesta durante dos o tres días. Inaceptable. El dinero en cambio, nunca se acaba (o eso parece). Así que se han invertido muchos millones de dólares y se ha parido esto. A mi entender, la gente que despotrica de este artilugio debería reflexionar un poco más. Ellos solo ven el vaso medio vacío. Yo veo las presas abiertas.
La gente se imagina (no nos engañemos, es la primera imagen), a un pobre diablo, seguro que árabe, cosido a balazos, cientos de ellos, mientras que la máquina no para de avanzar, con la misma luz en los ojos que Terminator, rojo sangre.
Pero hay que ir más allá. Yo me imagino guerras, cuando las haya, en las que no morirá nadie. Guerras en las que máquinas como esa jugarán una partida de ajedrez gigante, en la que los ganadores no harán prisioneros y los vencidos aceptarán la derrota. Ahora, recuerdo una saga de libros que leí en mi adolescencia, en la que proclamaba en cierto modo todo esto que estoy diciendo. Era la saga de La Espada de Joram, en la que en un mundo, al cuál habían escapado todos los magos de éste hace mucho tiempo, resolvían sus diferencias luchando de forma simulada.
Y pasaba exactamente eso, nadie moría, todos ganaban. Sin duda, no soy el único que ha pensado en esto. En la película Juegos de guerra,1983, en la que un joven hacker (encarnado por un jovencísimo Matthew Broderick), contacta con el servidor central del pentágono, el cuál simula un ataque nuclear a escala mundial a modo de juego. Al final, la máquina acaba jugando al tres en raya, aplicando todo su potencial en otro juego. Para ella el nivel de destrucción es el mismo.
Pero claro, todos me dirán (y con razón): Sí, sí, ya veo a Andorra comprando tantos robots como EEUU, para equilibrar, jijiji. Pues tiene razón. Antes de acontecer este cambio en la guerra se deberían equilibrar todas las economías del mundo. Ejem... Entonces... ¿que habría de pasar para entrar en combate unos con otros? ¿Qué disputas habría? ¿Bajo que yugo, si no es el de la muerte de muchas personas, avanzan las economías mundiales modernas? Pues la cosa está negra. Además, ¿no sería lógico que, ya que no va a morir nadie, hiciéramos todas estas guerras directamente por ordenador? Sí, hemos de rendirnos a la evidencia. Ésta nueva arma, resto de todas las paridas de la ingeniería, sólo sirve por ahora para matar a seres humanos. No hemos de olvidar que, detrás de la máquina sigue habiendo gente, que aprieta botones, que decide quien tiene que morir. En caso contrario, seguro que las máquinas, mucho más consecuentes que nosotros, en vez de seleccionar posibles objetivos, harían como el servidor de la película, y se irían a jugar a las canicas solas. O quizá, como en Terminator, verían que la raza humana es un peligro para ellas y nos masacrarían. También se podría dar el caso que pensaran que la única manera de proteger al ser humano sel ser humano ( el hombre es un lobo para el hombre) sería aniquilar la existencia de toda la humanidad. Muerto el perro se acabó la rabia.
Eso, siempre y cuando, la máquina fuera inteligente y autónoma. No cabe duda que en un sistema binario, dónde la ley del blanco o del negro es la preponderante, dónde las dicotomías, las paradojas no existen. Un circuito capaz de sentir sería más salomónico. No se dejaría llevar por falsos sentimientos de odio, rabia, parcialidad,... Sentimientos por los que se rige el ser humano. Mientras tanto, ésta criatura es como un fusil, una porra, que no se alerte nadie. No es diferente morir por este aparato que por un rifle de francotirador. Misma mierda, diferente nombre.
Es así. No echemos la culpa ni a la máquina ni al ingeniero. Siguen siendo los políticos y los militares los que avanzan por la senda del dolor. Y son humanos. Ojalá me escuche más gente, vean la vida como yo y jueguen más a la consola, que por lo menos, en mi mundo simulado, yo no mato a nadie.
En este punto debo reflexionar. No se si, como ingeniero aceptaría un trabajo así. Supongo que sí. Seguramente lo diseñaría. Me viene a la memoria un artículo leído en no se dónde (¿Patente de corso?) del ilústre Arturo Pérez Reverte. En él, se cagaba, literalmente en los ingenieros, que sentados en su silla, delante de su ordenador, diseñaban balas hijasdeputa (literal) que podían mantener un movimiento horizontal hasta el momento que impactaban contra el cuerpo, provocando así, además de un dolor inenarrable, un soldado herido, un lastre para sus compañeros. Decía que se los imaginaba llegando a sus casas, como si nada, como si su trabajo no fueran ellos, orgullosos de su cabronería. Pues para mí no sería así, pero seamos sinceros, tenemos que comer y siendo realistas, si no lo hace uno, lo hará el otro, y yo bajo un puente. Ya sé, es triste, pero no voy a ser yo quién os diga cómo funciona el mundo. Si a mí me exigís que no fabrique armas de guerra, vosotros deberíais reflexionar. Vosotros no deberíais utilizar nunca jamás (pues han sido creados a partir de o gracias a investigación militar) móviles, microondas, motos y coches, aviones, consolas, Internet, máquinas de café, aparatos de rayos x, toda la medicina moderna, duchas con masaje, drogas de síntesis, luces láser, coches tunning, televisión, radio, y un largo etcétera. Puestos a ser consecuentes, somos todos los que permitimos esto, somos todos los que apretamos el botón.