Blogia

katakrek

Análisis preliminar: Una retrospectiva acerca los cambios sociopolíticos en un entorno lobotomizado

Análisis preliminar: Una retrospectiva acerca los cambios sociopolíticos en un entorno lobotomizado

Pues sí, amigos. Un 43%. Esa es la gente que se dignó a ir a votar para el referéndum. Yo fui a votar. Y no me importaría ni lo más mínimo que los no fueron no fueron lo hubieran hecho por serias convicciones. La verdad es esa. Lo que me mosquea (y los que me conocéis sabeis que lo hacen unas cuantas cosas) es que, cuándo pregunté el porqué de su negativa (al hecho de ir a votar) sus respuestas fueron, si no iguales, variantes de la misma memez: No se de que iba el tema. Y no es que no lo hayan entendido dado el exagerado tono técnico de los servicios de información de este país (es que aún me voy por las patas abajo cada vez que recuerdo al niño de Aquí no hay quien viva ‘leyendo’ artículos de la constitución impunemente), no, si no simplemente por eso, porque no tienen ni pajolera idea de que carajo iba. Así. Sin más. O este país se ha vuelto terriblemente culto y ya no vé la televisión (lo duuuudooooo, por machín) o... es que habeis estado viviendo en una puta burbuja los últimos tres meses???????

Con esta situación me viene a la mente un capítulo de los Simpsons, en el que cambian el prefijo telefónico a medio pueblo. Homer se queja diciendo que no le habían avisado, y Lenny le contesta que estuvieron hablando de ello durante meses, que se lanzaron octavillas desde un dirigible y que hasta fueron tres semanas al campamento del prefijo. Pues en esta ocasión puede pasar lo mismo. En un momento donde lo que nos sobra es información, decidimos desinteresarnos por las cosas, que decidan otros. Pero después para quejarnos todos tenemos voz. Mira que lo ponen fácil. Un domingo, todo el día, al lado de casa, no teneis que escribir nada,... Pues ni con esas.Eso si. Para reírles las gracias a Javier Bardem y a todas sus zorras cuando van detrás de una pancarta todos somos pueblo. Nos vamos olvidando de en que tablero jugamos y así nos pasa, que los que están en las sombras si que se acuerdan de las reglas, juegan siempre y ganan. Si no recordad de quién fue la última mayoría absoluta y lo cojonudamente que nos lo pasamos. Que risas, que chascarrillos matinalesc. Y como lo arreglamos? Pues cojones, yendo a votar, haciéndonos oir. Funcionáis como las putas ovejas, a palos del pastor. Vivid en vuestra ignorancia, pensando que las cosas están lejos, que esto no va con vosotros, que esto no repercute en el petroleo que consumen vuestros coches, ni en el empleo que teneis, ni en vuestras lenguas o costumbres. Paladines de la subnormalidad infinita. A ver si el próximo referéndum es para anular la democracia y así os podéis pasar un domingo cada dos años (más o menos) rascándoos la barriga, porque lo más parecido que hacéis a pensar es quitaros la cera de las orejas.

Malabar 10- Gilipollez 20

Me caes mal. Lo siento. No me has hecho nada. No hemos cruzado ni una palabra. Es triste, lo sé, pero es lo que hay. Y he de añadir que, además, te odio con toda el alma. No soporto cruzarme contigo, no me gusta nada la idea que respires el aire de la misma ciudad que yo y, mucho menos, que tu voto valga lo mismo que el mío. Mirándolo con objetividad, tienes todos los puntos para ser un buen tío y seguramente lo serás, pero la vida es así, lo siento. Tampoco te preocupes, tú no pierdes nada, más pierdo yo. Pero la verdad es, que cada vez que te veo,... siento nauseas. Veo tus greñas mal peinadas, tu cuerpecillo desgarbado, tirando a obeso, con tu aire de bonachón y es que se me revuelve el estómago. Y no es porque seas así, no. La verdad va mucho más allá. La culpa no es tuya, sino que representas a gente que para mí merece que le peguen una paliza. Y además, no ha sido repentino, sino que esto ha ido creciendo, exponencialmente, tumorándose dentro de mí, ulcerándose.

Todo empezó hace unos dos años, cuando yo estaba en una de mis interminables partidas de cartas en el bar de la facultad. Mucha gente nueva este año, gente con muchas inquietudes. Gente que juega a cartas, gente que sólo va a clase, gente que lee, gente que fuma porros, gente que no viene,... Pero tú no, tuviste que elegir tu tema de forma nefasta para mí. Y no es que sea una mala afición, es una de esas cosas que yo no podría hacer jamás, debido a mi torpeza (normalmente yo admiro a la gente que sabe hacer cosas para mí, imposibles), sino que fallaste en el continente, no en el contenido. Me repatea, como ya he dicho el cómo y el cuándo, no el qué. Ese día, como iba diciendo, estaba yo en el bar de la facultad, sentado a dos metros de la gran cristalera, delante de mí. Y apareciste tú. Te pusiste enfrente de mí, mirándome a los ojos, a dos metros, juntos pero separados por el cristal. Entonces lo sacaste. Tu Diávolo. Y te pusiste a hacer auténticas virguerías con esos palos con su cuerda y esas dos semiesferas contrapuestas. Al principio te miré. No le di importancia. Pero tu seguías mirándome, tu puta mirada. Sonriendo. SONRIENDO. Dos horas, te tiraste dos horas así. No podía concentrarme en nada, mis ojos se volvían en cada momento hacia ti. Tu cabeza moviéndose rítmicamente hacia un lado y otro, al compás del baile que marcabas con los brazos. Ris ras, ris ras. Izquierda derecha, izquierda derecha, risrasrisrasrisrasRISRASRISRASSSSSSSSSSSS, katakrek. Y una mierda para ti. Pero podía ser que te aburrieras los primeros días de clase... Pero no, te has mantenido en tu linea, o mejor dicho en tu parábola de estupidez. Día tras día nada más te veía hacer eso, diávolo por aquí, diávolo para allá, y mi cabeza iba bajando, pegándose la barbilla a mi tórax, ennegreciéndose los ojos, llenos de ira.

Aún recuerdo el día que apareciste por la facultad con TU CAMISA.( esa que seguramente te regalaron los muchos amigos que tienes, ya que estoy seguro q eres una bellísima persona). Una camisa muy bonita. De la selección Argentina. En ella se puede leer el nombre Malabar. Y el número 10. Jijij.... Jejej... Joputa. Pues puedes meterte la camisa por donde amargan los pepinos. Por el puto culo.

Y no te odio solo por eso. Si no porque lo haces en la facultad, en horas lectivas, y yo, me imagino a tus pobres padres limpiando suelos con el culo para poder pagarte la puñetera matrícula. Y si no es así y están podridos a pasta, me repatea que quieras parecer algo que no eres. Un jodido hippie arrastrado (muy respetable el de verdad) luciendo ropa de rastafari, fumando petas, luchando contra la máquina, siendo de izquierdas,... en fin todo eso, luciendo tus deportivas Nike, con tus putos pantalones de marca, insultando tanto al colectivo liberal como al pijo de turno. Y es que es así, no encajas, ni en la facultad con tus jueguecitos de mierda ni en la vida con tu doble moral. No encajáis ninguno. Me dais asco.

Ahora pido perdón por este texto, seguramente no te lo mereces. La culpa la tengo yo, por ser así de facha en algunas ocasiones, retrasado en muchas otras y completamente estúpido el resto del tiempo. Pero no tu, no tienes culpa de lo que eres. Si acaso tus padres por haberte parido y no haberte dejado morir cuando no podías comer por ti mismo. Mamón.

Apretar el botón

Apretar el botón

A veces, la humanidad, debido a la cantidad ingente de información que recibe (y más hoy en día), no recapacita sobre los pequeños pasos, cotidianos en muchos casos, sobre los que avanza su, nuestra raza. Impasibles, como plantas arraigadas, ven, y de muy de cuando en cuando escuchan el rumor del viento.
Este fin de semana, postrado delante de mi televisor, escuché una noticia. Una de esas noticias. En ese momento me di cuenta que la mayoría de gente que conozco, seguramente, no le estaría dando ni la menor importancia. Como máximo, pensé, estarán cagándose en Diós y el Santo Padre (ánimo pater), pero de ahí seguro que no pasó. Olvidaron al segundo la nueva, sólo sacándola a colación en días venideros, en alguna pausa para el café, para cagarse en alguna otra alma creadora. Pero yo no, recapacité (al menos con ésta). No sé por qué, la verdad. Quizá debido a que me estaba aburriendo como una ostra. Quizá por mi vocación de ingeniero. Quizá. Bueno... al tema. El noticiario enseñaba unas imágenes de un nuevo artilugio al que llamaban cibersoldado. Explicaban que estaba armado con fusiles de repetición, lanzagranadas, cámara por control remoto, dos pares de guías tipo tanque que le conferían libertad total,... y demás cosas que cualquier máquina de matar que se precie debería tener (solo le falta la mamá en Iowa).

De nombre SWORD. Ya me imagino al iluminado yanki que le puso nombre. Son el puto ombligo del mundo. Ya lo podrían haber llamado Hammer Of God, The Trust Of The Real World o The Scissors of the Children Of The Atom (Full Version).
A parte del nombre no me molestó la noticia. La verdad es que es un paso normal, dadas las circunstancias. Las bajas humanas no quedan bien en la prensa, son incómodas, a la gente les molesta durante dos o tres días. Inaceptable. El dinero en cambio, nunca se acaba (o eso parece). Así que se han invertido muchos millones de dólares y se ha parido esto. A mi entender, la gente que despotrica de este artilugio debería reflexionar un poco más. Ellos solo ven el vaso medio vacío. Yo veo las presas abiertas.
La gente se imagina (no nos engañemos, es la primera imagen), a un pobre diablo, seguro que árabe, cosido a balazos, cientos de ellos, mientras que la máquina no para de avanzar, con la misma luz en los ojos que Terminator, rojo sangre.

Pero hay que ir más allá. Yo me imagino guerras, cuando las haya, en las que no morirá nadie. Guerras en las que máquinas como esa jugarán una partida de ajedrez gigante, en la que los ganadores no harán prisioneros y los vencidos aceptarán la derrota. Ahora, recuerdo una saga de libros que leí en mi adolescencia, en la que proclamaba en cierto modo todo esto que estoy diciendo. Era la saga de La Espada de Joram, en la que en un mundo, al cuál habían escapado todos los magos de éste hace mucho tiempo, resolvían sus diferencias luchando de forma simulada.

Y pasaba exactamente eso, nadie moría, todos ganaban. Sin duda, no soy el único que ha pensado en esto. En la película Juegos de guerra,1983, en la que un joven hacker (encarnado por un jovencísimo Matthew Broderick), contacta con el servidor central del pentágono, el cuál simula un ataque nuclear a escala mundial a modo de juego. Al final, la máquina acaba jugando al tres en raya, aplicando todo su potencial en otro juego. Para ella el nivel de destrucción es el mismo.

Pero claro, todos me dirán (y con razón): Sí, sí, ya veo a Andorra comprando tantos robots como EEUU, para equilibrar, jijiji. Pues tiene razón. Antes de acontecer este cambio en la guerra se deberían equilibrar todas las economías del mundo. Ejem... Entonces... ¿que habría de pasar para entrar en combate unos con otros? ¿Qué disputas habría? ¿Bajo que yugo, si no es el de la muerte de muchas personas, avanzan las economías mundiales modernas? Pues la cosa está negra. Además, ¿no sería lógico que, ya que no va a morir nadie, hiciéramos todas estas guerras directamente por ordenador? Sí, hemos de rendirnos a la evidencia. Ésta nueva arma, resto de todas las paridas de la ingeniería, sólo sirve por ahora para matar a seres humanos. No hemos de olvidar que, detrás de la máquina sigue habiendo gente, que aprieta botones, que decide quien tiene que morir. En caso contrario, seguro que las máquinas, mucho más consecuentes que nosotros, en vez de seleccionar posibles objetivos, harían como el servidor de la película, y se irían a jugar a las canicas solas. O quizá, como en Terminator, verían que la raza humana es un peligro para ellas y nos masacrarían. También se podría dar el caso que pensaran que la única manera de proteger al ser humano sel ser humano ( el hombre es un lobo para el hombre) sería aniquilar la existencia de toda la humanidad. Muerto el perro se acabó la rabia.
Eso, siempre y cuando, la máquina fuera inteligente y autónoma. No cabe duda que en un sistema binario, dónde la ley del blanco o del negro es la preponderante, dónde las dicotomías, las paradojas no existen. Un circuito capaz de sentir sería más salomónico. No se dejaría llevar por falsos sentimientos de odio, rabia, parcialidad,... Sentimientos por los que se rige el ser humano. Mientras tanto, ésta criatura es como un fusil, una porra, que no se alerte nadie. No es diferente morir por este aparato que por un rifle de francotirador. Misma mierda, diferente nombre.
Es así. No echemos la culpa ni a la máquina ni al ingeniero. Siguen siendo los políticos y los militares los que avanzan por la senda del dolor. Y son humanos. Ojalá me escuche más gente, vean la vida como yo y jueguen más a la consola, que por lo menos, en mi mundo simulado, yo no mato a nadie.

En este punto debo reflexionar. No se si, como ingeniero aceptaría un trabajo así. Supongo que sí. Seguramente lo diseñaría. Me viene a la memoria un artículo leído en no se dónde (¿Patente de corso?) del ilústre Arturo Pérez Reverte. En él, se cagaba, literalmente en los ingenieros, que sentados en su silla, delante de su ordenador, diseñaban balas hijasdeputa (literal) que podían mantener un movimiento horizontal hasta el momento que impactaban contra el cuerpo, provocando así, además de un dolor inenarrable, un soldado herido, un lastre para sus compañeros. Decía que se los imaginaba llegando a sus casas, como si nada, como si su trabajo no fueran ellos, orgullosos de su cabronería. Pues para mí no sería así, pero seamos sinceros, tenemos que comer y siendo realistas, si no lo hace uno, lo hará el otro, y yo bajo un puente. Ya sé, es triste, pero no voy a ser yo quién os diga cómo funciona el mundo. Si a mí me exigís que no fabrique armas de guerra, vosotros deberíais reflexionar. Vosotros no deberíais utilizar nunca jamás (pues han sido creados a partir de o gracias a investigación militar) móviles, microondas, motos y coches, aviones, consolas, Internet, máquinas de café, aparatos de rayos x, toda la medicina moderna, duchas con masaje, drogas de síntesis, luces láser, coches tunning, televisión, radio, y un largo etcétera. Puestos a ser consecuentes, somos todos los que permitimos esto, somos todos los que apretamos el botón.

La O con un canuto, dificultad alta

Hace un rato, estaba hablando con mi colega Tannhauser, y me he dado cuenta que aunque seamos amigos, en algunos puntos somos totalmente irreconciliables. Y es que me revienta. Aunque éste no sea su caso al 100% me ha pasado muchas veces. Si la gente que pertenecemos al mundo científico no sabemos quién escribió Zalacaín o quien era Celine, somos unos ignorantes, unos frikis, gente con bata blanca que nada más piensa en el Marca y su Playstation2. Pero en cambio ellos se pueden permitir el puto lujo de no saber ni hacer la O con un canuto. Sólo con decir que “esa asignatura no se me daba bien” ya cumplen los muy cabrones. Y una mierda. Es más poniendo la mano en el fuego y sin quemarme afirmo que la mayoría de la gente de ciencias es, proporcionalmente, más culta que la gente de letras (según el grado de conocimiento del otro sector). Yo leo mucho, me gusta la filosofía, las buenas (BUENAS) películas,... Mi condición no me hace rechazar todo lo demás. Pero eso no pasa mayoritariamente al revés.
Lo digo de buen rollo. La gente de letras huye despavorida ante cualquier tipo de conversación que tenga que ver con teorías de supercuerdas, relatividad o entropías varias. Es más, te miran de forma rara, como si fueras un bicho raro. Enteraos gentuza, gente como esta (como yo), es la que os da vacunas, internet, teléfono móvil, luz, agua, os da de comer... joder, si hasta os fabrica las putas imprentas en las que se crean vuestros putos libros... perdonadme me he exaltado. Pues para mí es tan importante lo que decía Proust como lo que dijo Einstein. ¿Acaso todo, arte, ciencia, filosofía,... no forma parte de un mismo todo, de una misma evolución? En este punto podemos ver ejemplos sonados, como la aparición de los cuentos como Alicia en el País de las Maravillas, o la Máquina del Tiempo, en la que su autor se vieron muy influenciados por las teorías científicas contemporáneas, léase la de los agujeros de gusano (busquen más ejemplos, los hay). Pero no todo el mundo lo ve así. La gente mira con soberbia, gente con barba sin recortar, con ropa de hippie desgastada, que no se da cuenta que no hay sitio para gente como él en este mundo. Hay que tener perspectiva, ser humilde, aceptar que se es parte fútil de un gigantesco todo. Como dijo Séneca, el que es médico y solo sabe de medicina, ni es médico ni sabe de nada.
Todo esto me recuerda un pasaje de Las partículas Elementales de Houllebecq, en la que Bruno, uno de los protagonistas (y filólogo), se plantea su inutilidad. Se da cuenta que toda la información, todo el poder de abstracción y creación que tiene no es nada. Dice literalmente que si la humanidad se extinguía y solo quedaba él, no sabría hacer nada de nada, que todo el progreso humano quedaría en el olvido. No comparto totalmente esta afirmaciones, pero también quiero dejar claro que puestos a buscar una utilidad a las cosas, en el sentido estricto y primitivo del término, tiene razón, que el conocimiento científico es más útil que el que llamemos... literario, pero en el fondo, como he dicho antes, las partes deben complementarse.
No obstante, amigos lectores, si sois contrarios a lo que he escrito es que seréis gente de letras. No os preocupéis. No diremos nada, seguiremos sacándoos las castañas del fuego, otra vez, como siempre.

Un día más, un día menos

Las tres de la mañana. Una sensación extraña me despierta, me quedaba sin aire. Durante un instante, un solo instante, he tenido la certeza de que iba a morir. Paro respiratorio, muerte súbita, embolia pulmonar. Al momento me digo que no, que todo ha pasado en reacción a un susto situado en la frontera del sueño y la vigilia. Me levanto, toso, me escuece la garganta. Faringitis, anginas algún pólipo simpaticón. No, es que hace frío y me gusta dormir en pelotas (que se le va a hacer). En el trabajo me empieza a doler la cabeza. Vuelta otra vez. Migrañas, hemorragia cerebral, tumor en la corteza. Capullo, llevas tres horas delante del ordenador. A comer. Me sienta como un tiro. Gripe intestinal, ulcera sangrante. Pero tío, te has metido dos platos de lentejas con chorizo. Por la tarde tumbado en el sofá. Me duele la espalda. Un tirón, fisura en una costilla, cáncer de pulmón. Mejor que cambies de postura. Por la noche no ceno. Me mareo. Anemia ferropénica, hepatitis, cirrosis quística, cáncer de páncreas, hipermetropía, hipertiroidismo, mononucleosis, fibromialgia,... Mejor que mañana cenes. ¿Podré soportarlo? Dicen que los hipocondríacos nunca enferman de algo mientras se creen que lo padecen. Me tumbo en la cama. Repaso el día. Que no se me escape ni una. Mañana seguiré con la rutina.

Danzad malditos

Esta mañana, cuando me he levantado a las 7:00am, me he preguntado, como cada mañana, qué cojones estaba haciendo. Y es que es absurdo. Parece que el mero hecho de ser ‘inteligentes’ nos haya condenado a una vida de pena ( yo no creo en Diós, y por lo tanto, no creo en la condena divina ). Cada mañana nos levantamos (los simple currantes,...) con menos ganas. Después, ya que la costumbre hace que cada vez tengamos el tiempo más justo, almorzamos nimiamente y nos dirigimos al trabajo ( que frío hacía hoy). Nos pasamos como mínimo medio día en un trabajo insoportable (los que tenemos más suerte no pasamos frío ni hacemos demasiados esfuerzos), para volver sin ganas de hacer nada más que pagar la hipoteca y quedarnos en un estado de apoplejía catártica delante del Salsa Rosa de turno hasta que nos vamos a la cama. No me extraña que con este panorama mucha gente se de a la vida, tirando cada vez más de la bebida, el maltrato hacia la pareja o la literatura (véanse como drogas duras Bucay, Coelho y cia.).
Y es que, como he dicho al principio, hemos perdido el hilo de la existencia. Ya sea porque Dios nos ha dado el don de saber que nos vamos a morir dado que somos conscientes de nuestra existencia, o ya sea porque una casualidad cósmico cuántica descomunal haya hecho que nuestra masa de fluidos pestilentes esté ordenada de forma especial, creo que estamos perdiendo el tiempo. No somos conscientes de nuestro poder, el poder de poder rascarnos los cojones. Y es la verdad, el ser humano es la repanocha, no tenemos límites, podemos hacer lo que queramos, pero no! Nos complicamos la existencia. Por un lado este, el tema, ¡a trabajar! Que inútil ( y alienante como apostilló mi amigo Karl Marx ). ¿Que necesidad primordial tengo yo de hacer ese sacrificio continuado para comer y no pasar frío? Los Neandertales eran más inteligentes. Sí, ya sé, morían antes, pero aprovechaban mejor el tiempo. Y aquí viene ligado otro punto, el de aprovechar el tiempo. ¿Hay algo que más le guste al ser humano que el sexo? NO. Pues nada, nos creamos tabúes, normas, gilipolleces para no disfrutar. Con lo bonito que sería que todos viviéramos en una orgía comtinua, en un nirvana orgásmico permanente. Pues no, parece ser que a los señoritos les va más la represión, los testículos dolorido y el glande hinchado para poder jugar a la playstation2 o irse a jugar al mini golf dos días al año a Nosedonde. Pues no, tenemos que dejarnos llevar, al son que nos cantan, danzando alrededor de la hoguera con la mente en blanco, como borregos, sin plantearnos nada. Una de las cosas que salvo de la saga de Mátrix ( y que conste que mis colegas aún salvan menos) es el discurso final del señor Hugo Weabing encarnando al ilustre Agente Smith. En ese discurso le pregunta a Neo que porqué lucha, que si es por el amor, por el honor,... Remata diciendo que esos son sentimientos creados por una mente débil que no está preparada para afrontar la Verdad, la certeza de que su existencia es completamente INÚTIL. Y lo comparto. Así que dejadme, tengo un whisky que beber, una página web que visitar (esta noche necesito especial inspiración, ¡ OH, gran chamán!) y una mente que embotar, pues la amargura de este texto está empezando a tumorarse dentro de mí. Mientras, vosotros podéis seguir danzando, que yo ya estoy al lío.

Algo habrá que escribir

Hace ya dos semanas que di de alta esta blogia y ahora me he armado de valor y me he abierto al mundo escribiendo esto, mi primer ( y esperemos que el primero de muchos ),... llamémosle artículo. Realmente yo no soy más especial que nadie, y nada justifica en exceso que yo haya creado este diario, ya que lo que encontrareis en él no será más especial que los desvaríos de un borracho o las putas fantasías de un violador, no tengo nada mejor que ellos que decir.
La capacidad del ser humano para comunicarse, don que a primera vista parece cojonudo, encierra una terrible trampa dentro de él. Al poder contar lo que pasa dentro de nuestra cabeza, necesitamos hacerlo, necesitamos vomitar lo que sentimos, cómo nos encontramos, preguntar lo que está pasando. Esa es la condena del ser humano, las cosas nos irían mucho mejor si nos mantuviéramos todos bien calladitos, pero no, nuestra jodida conciencia está ahí, haciendo que el resto del mundo se pregunte: Ey tío!, ¿ Y a mi que cojones me importa?, cada vez que abrimos la boca. Y es eso mismo lo que creo que me ha empujado a abrir este cuchitril y esparcir Mi Verdad por el mundo, para que todos seáis partícipes de la Palabra de pichiway... bueno eso y que, además, me da un poco de envidia mi amigo Tannhauser, el Sr. Hyde o como quiera que lo conozcáis. Desde aquí las gracias por darme este empujoncito, y por presionarme cada vez que nos vemos diciendo cosas como: Mamón, aún no has publicado nada, eres un mierda,... ( bueno los descalificativos los pongo yo). Bueno pues ya sabeis, la culpa es de él, cualquier reclamación en su blogia.
Por ahora no me describiré, ni física ni psíquicamente, esto será como un pequeño juego que habrá entre las dos o tres personas que me lean y yo, porque creo que, debido a mi excesivo narcisismo me describiría como un Adonis de coeficiente 240, y aunque es verdad que esto se acerca bastante a la realidad, podría ser que os llevarais una impresión un pelín equivocada sobre mí.